Samstag, Juli 15, 2006

La palabra mágica

- Marce, vamos a trabajar juntas en Investigación, ¿verdad?
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La pregunta me pilla de sorpresa. En primer lugar, por el adelanto (es diciembre, se acaba de terminar el semestre!!!), pero sobre todo por quién me hace la pregunta. O sea, si no es con la Mel, ¿con quién? Obvio que ella será mi partner de trabajo. No sólo porque somos amigas y me conoce todas las mañas y defectos. Somos laboralmente complementarias, si es que eso existe. Definitivamente trabajamos bien juntas, no doubt ‘bout it. Es sólo que no quiero pensar en eso… no todavía.
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No fue un semestre tan pesado por los ramos, fueron más bien otras cosas las que me dejaron agotada. La verdad es que no tengo ganas de hacer nada. Bueno, sí, quiero dormir, mucho. Carretear, pagar toooodos los copetes que prometí durante el semestre – “es que te juro que no tengo tiempo, pero apenas salga de vacaciones, vamos a tomar algo por ahí” – nadar y tomar mucho sol. Leer mucho, me inscribí en el Bibliometro y ni lo he usado. Por cierto que no quiero ver un plumón o un lápiz rojo en todo el verano. 86 en la ayudantía, fueron demasiados, con la Pame apenas dimos abasto. Pero queda poco: acabo de tomar mis últimos 4 ramos. Los últimos, al fin!!!
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- Obvio que sí, boba, ¿con quién más iba a trabajar?
- Ya, yo pensé lo mismo
- Pa’ qué preguntai entonces…
- Bueno, igual te tenía que preguntar
- …
- Tengo otra pregunta
- ¿Cuál?
- ¿En qué formato vamos a hacer la weá?
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Ni prostituta idea. Ni siquiera me lo he cuestionado. Tal vez debí hacerlo, pero qué me iba a imaginar lo que se nos iba a venir encima. Me acordé de Sebastián, mi ex: la ley del mínimo esfuerzo era su leit motiv académico, y vaya que le resultó. Claro, pasaba sus ramos con cuatro-coma-algo, a veces un cinco, pero jamás faltó a una pichanga en las canchas de San Joaquín o a una tomatera con los amigos. Nunca le faltó tiempo para regalonearme, para ir a comer algo rico (por Dios que engordé con ese hombre!!!) o para enseñarme a jugar pool. O sea, lo pasaba chancho. Pero bueno, ¿quién aprende de la experiencia ajena?
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- Mel, no tengo idea… ¿cómo me preguntai eso a estas alturas?
- Es que yo quiero hacerlo en tele…
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Tele… hacer la tesina en tele… es decir, un reportaje de más o menos 10 minutos sobre vaya una a saber qué cosa. Es decir, elegir un tema “televisivo”, con imágenes atractivas y decidoras. Es decir, olvidarse del teléfono y obligarse a entrevistas in situ, porque hay que grabar la cuña. Es decir, horas de edición encerradas en el tercer subterráneo de la Escuela, porque ninguna tiene editora en la casa… y varios “es decir” más, que resumidos serían algo así como: es decir, cuarenta veces más pega… y creo que me estoy quedando corta.
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Además, no me tengo fe en tele. Honestamente, no me tengo fe en ningún formato, salvo radio, que me encanta. Y eso se lo debo principalmente a Carlitos Costas, el primer profe que tuvo la amabilidad de encontrarme buena en lo que hacía en su ramo. Claro, mis trabajos nunca fueron perfectos – cosa que siempre me ha picado, no con Carlos, sino conmigo, porque no soporto no hacer las cosas a la perfección – pero la primera vez que tuve que conducir un programa, con la Marce Quiroz, su única crítica fue “sonabas un poco tensa al principio, pero después te relajaste y lo hiciste muy bien”. Después vinieron los talleres con Alvarito Paci y el profe Coiro, y me terminaron de convencer de que tenía dedos para ese piano. Un boost a mi ego, muy necesario por lo demás, porque para cuando llegué a sus ramos, ya casi estaba convencida de que no servía para nada – cortesía de mis primeros profes de ramos más prácticos. Supongo que era más que nada por eso que mi primera opción era radio.
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- En tele… ¡en tele! ¿Cachai el cachito en que te quieres meter?
- Bueno, sí…
- Vamos a estar todo el semestre peleando por equipos!!!
- ¿No le puedes pedir la cámara a tu papá?
- Jajajajajajajajajaja… claaaaaro, me la va a prestar caleta
- Qué tanta weá, pedimos los equipos y chao!!!
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Y me seguía dando motivos para negarme. No, no y no!!! No quería hacer la tesina en tele, nica. Eso de tener que pedir equipos fue la gota que rebalsó el vaso. Cuando llegamos a Audiovisual, el primer ramo práctico de tele, no nos prestaban equipos, léase cámara, trípode, micrófono o lavalier, audífonos y la infaltable editora, causante de la mayor tasa de peleas con Juanito y Pelao Soto. “Son para los de Taller I”. Cuando llegamos a Taller I, “son para Taller II”. En Taller II, eran para Taller III. Y claro, en Taller III, eran para Investigación… pero entre medio, habían abierto Comunicación Audiovisual… en fin, otro semestre en que, probablemente, los equipos iban a ser para alguien más.
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- Honestamente, Mel, me da lataaaaaaaa
- No podís ser tan pajera!!!
- Es mucho hueveo!!!
- Es que, ¿sabes? Yo lo veo de otra manera
- ¿Cómo así?
- No sé, hacerlo en tele es más difícil, y por lo mismo, si lo logramos y lo hacemos bien, va a ser más satisfactorio, creo yo
- Mmmmmmmm
- No sé, es como un DESAFÍO…
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Desafío… desafío… desafío… ¡dijo la palabra mágica! Si hay algo en esta vida a lo que no me puedo resistir, es a un desafío. Y ella lo sabe. Es como diría el Coco Legrand: “un petardo en el culo”. Desafío para mí es sinónimo de imposible, y si hay algo que me encanta es lograr imposibles… la sensación de conseguir lo que se supone que no se puede es increíble!!! Que algo sea desafiante es lejos la mejor razón para hacer ese algo. Al menos, así lo veo yo. La palabreja esa seguía dando vueltas en mi rulienta cabeza, y con cada vuelta que daba se me iban olvidando los mil y un motivos para no hacer la famosa cuestión en tele…
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- Desafío… es todo un desafío
- Por eso, poh, Marce!!! Dime si no va a ser rico cuando terminemos y veamos el reportaje listo…
- Vale. Lo hacemos en tele.
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No necesitó decir más. Claro, un par de meses más tarde me iba a estar cuestionando la estupidez de los motivos que me llevaron a tomar esa decisión. Pero ya estaba hecho. Había cometido el primer error del semestre.